Mojácar y Garrucha, pueblos luminosos de Almería
Quizás estemos ante el pueblo más bello de la provincia de Almería, el más exótico, el que mejor ha conservado su esencia moruna. Y sin más “quizás”, lo cierto es que Mojácar, situado en la costa levantina almeriense, es un lugar único. Su arquitectura, con claras huellas árabes, nos transporta a otra época y cultura. A ello se suman sus paisajes, sus encantadoras calles encaladas y, por supuesto, sus magníficas playas, que hacen que la visita merezca realmente la pena.
El símbolo de Mojácar es el Indalo, figura tomada de las pinturas rupestres de la Cueva de los Letreros, en Vélez-Blanco. Con el tiempo, este icono se convirtió también en símbolo de toda la provincia de Almería. Desde los años 60, Mojácar atrajo a músicos, pintores y artistas de todo el mundo, consolidándose como centro turístico y cultural. A pesar de la presión urbanística, el pueblo ha sabido conservar su carácter árabe, perfectamente integrado en el paisaje.
Muy cerca de allí se encuentra Garrucha, un hermoso pueblo marinero que ha sido, y sigue siendo, el más importante puerto pesquero de la costa oriental almeriense. Además de sus excelentes playas e instalaciones turísticas, Garrucha es famosa por su tradición pesquera y por su exquisita gastronomía, en especial la gamba roja, emblema de su puerto.
Su historia se remonta a tiempos lejanos: en su término municipal se han hallado restos de asentamientos prehistóricos, ibéricos, cartagineses y romanos. En época nazarí, una torre defensiva se alzaba junto al mar en el lugar donde hoy se encuentra el Ayuntamiento. Actualmente, Garrucha combina la pesca artesanal —con una flota de 68 barcos dedicados al palangre y al arrastre— con la actividad turística y comercial. Su puerto no solo acoge barcos pesqueros y deportivos, sino que también mantiene su papel exportador, enviando más de un millón de toneladas de yeso al año procedente de las canteras de Sorbas.